lunes, 24 de octubre de 2011

Ya son muchas para contar...seis

Entro en una librería a comprar algo más de Marta Rivera de la Cruz. No voy a una gran superficie. Me gustan las librerías en las que, antes al menos, hablabas con el librero/a,  comentabas un libro, preguntabas por otro, pedías consejo y pasabas el rato. Entro en la librería, digo, y pregunto por varios libros de esta autora. Me he enamorado de "La vida después" y quiero seguir leyendo cosas de ella. El librero se pone delante del ordenador ("mal", pienso. "Quizá debería saber de memoria lo que le estoy pidiendo") Pero intento no ser tan crítica y entiendo que son demasiados libros para conocerlos todos. No me mira, sólo busca. Como un autómata me dice tres títulos. Le digo que sí, que los quiero los tres y, sin decirme nada, avanza hacia una estantería delante de la que se sitúa en cuclillas, tardando un rato en encontrarlos. Yo detrás, busco también. Encuentra uno..:"Tome"....encuentra el segundo. "Este es el otro" y encuentra el tercero..:"El que faltaba". Y allí me quedo yo, con los tres en la mano y cara de pánfila. ¿Ya? Pienso...¿ya me tengo que ir? ¿Qué hago si no con esos tres libros en la mano...esperar que el librero me pregunte si me gusta la autora, me recomiende un cuarto título o incluso me recomiende a una prima hermana por parte de padre que escribe con su mismo estilo?
No, me voy. Pago religiosamente (pero blasfemando) y me voy con mis libros en una bolsa con publicidad de la librería. ¡Qué sensación de frialdad, de soledad y de tristeza!

Eso sí...mi venganza ha sido "terrible". Al salir de la tienda, he sacado los libros de la bolsa y he tirado ésta al contenedor de los plásticos. ¡¡Publicidad te va a hacer tu tía!! Y si no, la próxima vez, compórtate como un librero de verdad....y siente lo que vendes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario