lunes, 5 de diciembre de 2011

Un pecado capital

Hoy hablaba con un profesor sobre los siete pecados capitales. Y como debemos ser los dos muy buenas personas ninguno reconocíamos ninguno. ¿Pereza? En absoluto, somos deportistas. ¿Avaricia? No, lo justo para vivir, y si se puede, bien. ¿Envidia? Cero, que es muy mala y castra. ¿Gula? Hombreee, las giras "gastronómico culturales" por las ciudades de turno nunca están mal pero no se llega a tanto. ¿Soberbia? "Naaah", un poquito de genio, a lo sumo. ¿Lujuria? No, instinto sexual, que no es lo mismo. Y por último, ira. Y ahí he tenido que hacer examen de conciencia. Siento muchas veces ira interior no expresada; ira que corroe, que duele, que llena de bilis; ira que debería salir a borbotones pero que me han enseñado a controlar; ira que reconcome, que se rebela, que arrasa por dentro y que es como un volcán en erupción que al final hace...!puf! Una ira con complejo de gatillazo.
Muchas veces siento que si saliera, que si explotara muchos nubarrones se hubieran diluido, muchas angustias habrían dejado de serlo pero probablemente hubiera dejado cadáveres en el camino; La ira sólo deja desazón.
Y miedo.
Y el miedo atenaza.

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