Cuando enuncio una idea con vehemencia, convencida, segura de lo que digo, no hago otra cosa que exponer una verdad que siento como mía. Pero no deja de ser mi verdad, propia, de nadie más. Puede que el resto del planeta o los tres amigos más cercanos no estén de acuerdo conmigo y hagan disquisiciones varias sobre mi acierto o error; y puede incluso que me convierta en blanco de críticas que cada vez me van dando más igual (supongo que es de las cosas buenas que tiene hacerse mayor). Pero yo me afianzo en lo que digo como algo verdadero, sincero y honesto. Con esa verdad llegaré a donde quiera; podré aplastar verdades ajenas e incluso mentiras, también. Con el poder que te da se superan barreras, se refutan argumentos, se derriban murallas y se explican sinsentidos.
No pretendo, nunca lo he hecho y nunca lo haré, imponer mi verdad, por muy fiable que sea para mi. Escucho otras verdades que quizá no me convencen pero las respeto por ser dignas, si es que lo son.
Supongo que todo, al final, se resume en eso: En el respeto; en que todas las verdades tengan su espacio en cada pequeño universo personal y en que todas cumplan su función de información veraz...subjetiva, pero veraz.
Al final, lo importante-verás tú- va a ser tener "la verdad por el mango".
Ho...bonito, bonito
ResponderEliminarVas evolucionando a grandes pasos
Majo Minarai, Mamen-Beatrice :)